China: la revelación asiática

Un país que se proclama comunista ha copiado el modelo científico estadounidense.

Luis Miguel Ariza

LA CARA OCULTA DE LA LUNA ES SOLO EL PRINCIPIO: El pasado 3 de enero, una sonda china, la Chang’e 4, se posó donde ningún otro artefacto lo había hecho: en la cara oculta de la Luna, donde no hay telescopio que pueda captarla y donde contactar con ella a través de señales de radio constituye un reto tecnológico al alcance de muy pocos. Y con una dificultad añadida: alunizó en el cráter Von Kármán, de 180 km de diámetro e inaccesible para las ondas de radio, de forma que las comunicaciones se establecen gracias a un satélite lanzado 7 meses antes y puesto en órbita lunar.

Otros países han especulado con misiones a este sitio, pero únicamente China ha completado una, y no solo para hacer ciencia o averiguar si se podrían explotar los recursos mineros de la Luna. El objetivo es también enviar al mundo un mensaje de poderío: Somos capaces de hacer lo mismo que los estadounidenses… o más.

Este es el telón de fondo del gobierno de Pekín por la Luna, pero los otros países y organizaciones participantes en la carrera espacial tendrán que acostumbrarse a los chinos por otros motivos: planean ensamblar en órbita terrestre una estación de 60 toneladas con espacio para 3 astronautas. Si se cumplen los plazos, los primeros componentes se lanzarán en 2022, dos años antes de la fecha prevista de jubilación de la EEI.

EL RADIOTELESCOPIO MÁS GRANDE DEL MUNDO: En Occidente se conoce como FAST, siglas inglesas de un telescopio esférico de 500m de apertura, y en China es conocido como Tianyan (Ojo del Cielo). Parece un gigantesco tazón de ensalada metálico enclavado en las montañas de Pingtang (un condado al sur del país). La instalación es tan grande que se tarda 20 minutos en rodearla a pie y atrae a muchos turistas. Su medio kilómetro de diámetro se compone de 4,450 paneles que llevó 11 meses ensamblar y que lo convierten en el mayor de los radiotelescopios del planeta.

Estos instrumentos del Tianyan (y de los observatorios FAST) son los que más pueden penetrar en el pasado del Universo: captan las ondas de radio de acontecimientos sucedidos justo después del Big Bang. El trabajo del FAST es buscar radioemisiones de estrellas situadas en zonas antes inalcanzables y detectar posibles señales de vida extraterrestre. Se inauguró en 2016 pero todavía no está a pleno rendimiento ni tiene todo el personal preciso para funcionar.

MISTERIOS DE LA MATERIA: En 2009 se inauguró el Sincrotrón de Shanghái, un hito que dio un tremendo impulso a la ciencia china. Allí se aceleran electrones hasta que generan finos haces de rayos X que al enfocarse de la forma correcta permiten conocer la estructura molecular de todo tipo de materiales (orgánicos o no) y, con ello, realizar experimentos diversos: médicos, de diseño de fármacos, físicos, de química y biología, ciencia de materiales, etc.

En la década transcurrida desde entonces, la ambición del país asiático se ha acelerado casi al ritmo de esos electrones. En sus planes figura inaugurar en 2030 el mayor acelerador de partículas del mundo, destinado a estudiar el bosón de Higgs y develar los últimos misterios de la materia. El CEDC (siglas inglesas de Colisionador de Positrones de Electrones Circular) se construirá a un centenar de metros bajo tierra. Con 100 kilómetros de diámetro (el LHC del CERN de Suiza tiene 27) costará 4,300 millones de dólares y generará 5 veces más energía que el LHC. Se levantará cerca de Qinhuangdao, una ciudad situada a 250 kilómetros al este de Pekín.

EL GENOMA HUMANO, AL DESNUDO: El Instituto de Genómica de Pekín (BGI, por sus siglas e inglés), es un ejemplo de la transformación del modelo científico chino en las últimas décadas, pues surgió de la conversión de un instituto universitario en una empresa de alta tecnología y se ha convertido en uno de los grandes colosos mundiales en la secuenciación del ADN.

En las entrañas de sus computadoras, reposan las secuencias genéticas de 140,000 chinos procedentes de 31 provincias del territorio. Xu Xun, uno de los investigadores del centro, publicó el año pasado un informe en la revista Cell donde exponía los ambiciosos planes del BGI: antes de 3 años esperan haber desentrañado el genoma de un millón de chinos con la meta de estudiar con el máximo detalle el origen de muchas enfermedades y qué papel juegan las características individuales en ellas.

No obstante, la historia que ha dado más fama a los avances genéticos de los científicos chinos es polémica: en noviembre de 2018 el genetista He Juankui anunció el nacimiento de dos niñas gemelas modificadas genéticamente. el objetivo era proporcionar resistencia frente al VIH, pero el trabajo fue condenado por la comunidad científica internacional, al grado de que Jiankui se ha convertido en un marginado, las autoridades cancelaron sus proyectos, aunque los avances en el campo de la edición genética son constantes y los especialistas aseguran que muchos serán de China.

TIANHE-3: LA SUPERCOMPUTADORA DE CIENCIA FICCIÓN. La carrera por desarrollar supercomputadoras tiene 2 participantes principales: China, que ha creado 27 de estas máquinas y Estados Unidos, que va por 109. Los ingenieros estadounidenses esperan finalizar en 2021 la supercomputadora Aurora: fabricarla costará 500 millones de dólares y ejecutará un trillón de operaciones por segundo, lo que disparará las posibilidades de la inteligencia artificial, así como la posibilidad de cálculos científicos.

China trabaja en una máquina de ese nivel: el Tianhe-3, que podría adelantarse en un año a su rival, que es a fin de cuentas lo que define a un súper-poder.

Su posición como fabricante total ha permitido a la industria china y a sus ingenieros no solo aprender a ser más eficientes, sino analizar componentes como procesadores o sensores, para ir por una electrónica propia.

Así, China extiende sus tentáculos por el mundo, aunque no ha abandonado su tradicional hermetismo. Su economía es un coloso comparada con la de Reino Unido y su rapidísima transformación en una gran potencia científica y tecnológica la enfrenta a Estados Unidos. Analistas de distintos campos pronostican sobre el futuro (o buena parte de él), futuro que saldrá de los laboratorios chinos. Fei Shu, investigador de la Escuela de Estudios e Información de la Universidad McGill (en Montreal, Canadá) lo explica con un ejemplo: Me gusta comparar la investigación en China con las Olimpiadas. Si hubiese unos Juegos de la Ciencia, China querría liderar todas las especialidades. 

Los números demuestran esta ambición: su gasto estatal se ha disparado desde comienzos de siglo y solo lo supera el estadounidense, aunque las previsiones indican que un adelanto se producirá el próximo lustro. También ha crecido el número de investigaciones científicas publicadas por especialistas chinos y el país cuenta con 1.5 millones de investigadores (frente a 1.3 de Estados Unidos), aunque su población cuadruplica a la estadounidense.

FUENTE: Muy Interesante.

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