El incidente OVNI de La Joya (1980)

Yohannan Díaz

HISTORIAS DEL UNDERGROUND LATINOAMERICANO: El viernes 11 de abril de 1980 a las 7:15 horas, el teniente y piloto de la Fuerza Aérea Peruana Óscar Santa María Huertas, recibió la orden tajante de despegar a los mandos de un Sukhoi Su-22 de manufactura soviética.

Adquirido recientemente por el Ejército peruano, el Su-22 era uno de los cazas más avanzados y precisos de cuantos se fabricaban durante la “guerra fría” (y que iba a reiniciarse en esa década de 1980 con la invasión soviética en Afganistán). Santa María recibió el encargo de derribar lo que en ese momento los militares de la base aérea La Joya pensaron que era un globo aerostático (espía) que se encontraba haciendo labores de inteligencia no permitidas en un área restringida.

Esa mañana, había cerca de 1,800 personas entre militares, que eran mayoría, y personal civil. Al saber del globo, inmediatamente se activó el Plan de Defensa de la instalación del Ejército, con cerca de 460 elementos que fueron desplegados a sus respectivas áreas para darle seguimiento al (presunto) “globo” y no permitir su acercamiento a la base aérea La Joya.

Al principio, los militares de la base aérea peruana pensaron que se trataba de un aparato militar chileno, dotado con mecanismos para espiar la actividad de la instalación, puesto que en ese entonces existía una creciente tensión entre Chile y Perú, países vecinos. Ante la situación, un piloto de alerta recibió la orden de despegar inmediatamente. Segundos más tarde, se escuchó un motor de 12,000 kilos de empuje salir con toda su potencia por la pista de aterrizaje, algo espectacular. Empezaba la función.

Esa mañana, la Torre de Control no tenía registrado ningún plan de vuelo de alguna aeronave militar o civil sobre la zona. Además, no dejaba de resultar extraño que el radar de última generación no detectaba al objeto, a pesar de que estaba siendo observado desde tierra. Los operadores comenzaron a mandar mensajes por radio, dentro de las frecuencias especiales que se manejan en la milicia, para que el piloto de la nave “intrusa” se identificara. Sin embargo, pasaron los minutos y no hubo ninguna respuesta, así que los jefes de la base aérea La Joya tomaron la decisión de derribarla.

Cuando Óscar Santa María se aproximó al No Identificado a bordo de su Sukhoi Su-22 comprobó que se trataba de una esfera metálica, de al menos 10 metros de diámetro. Estaba prácticamente parada, flotando en el aire, pero no tardó en desplazarse y era capaz de alcanzar una enorme velocidad en décimas de segundo, partiendo de una posición estática, y también realizó varios ángulos agudos en el aire. Ni siquiera hoy en día existe una aeronave con tales capacidades, que rayan en la ciencia ficción.

Santa María no podía explicarse cómo era posible que manejando el Sukhoi, el avión más potente que existía en toda la región, no lograba alcanzar a ese misterioso objeto volador.

Recordemos que Santa María recibió la orden de derribar al intruso. Al acercarse, tomó puntería y al estar en el rango adecuado, apretó el gatillo hasta donde le duró la distancia de disparo. Confiesa el piloto haber disparado 64 obuses altamente explosivos. Salieron de su avión y al dirigirse a su objetivo, se entrelazaron y crearon una pared de fuego. Santa María vio cómo explotaron, y sin duda tuvieron qué haber destruido al OVNI, porque buena parte de los proyectiles dieron de lleno.

Pero no le hicieron efecto. Pero el piloto no tuvo tiempo de reaccionar porque el OVNI inició un ascenso súbito hasta acabar alejándose de la base, con una breve persecución del piloto.

Dicha persecución duró unos 22 minutos, porque el combustible no le dio para más, y en cuanto aterrizó en la base aérea La Joya, Santa María pidió autorización a sus superiores para usar otro caza y continuar persiguiéndolo, pero no se lo permitieron porque el OVNI se encontraba ya por encima de los 19,000 metros de altura.

IDENTIFICANDO AMENAZAS: Santa María fue llevado al Área de Inteligencia para buscar en los catálogos de la nave que había estado persiguiendo; pero ni la estructura voladora, ni la velocidad alcanzada en cuestión de segundos, ni las maniobras correspondían a ninguno de los aviones que aparecían en los radares. Mientras el piloto perseguía al OVNI, los controladores aéreos veían en las pantallas los movimientos del Sukhoi Su-22, pero nunca detectaron a la nave esférica. Sin embargo, cuando se asomaban por las ventanas de la Torre de Control podían observar tanto al caza como al OVNI a simple vista. Incluso divisaron las complejas maniobras que realizaba este último.

En cuanto al No Identificado desapareció y regresó la calma, los mandos militares pidieron a todos los implicados en el caso que no hablaran con nadie sobre el incidente. Sin embargo, el OVNI continuó brillando en el cielo, ya a gran altura, durante al menos unas 2 horas.

SEGUNDO AVISTAMIENTO: Al día siguiente, el sábado 12 de abril de 1980, el mismo objeto se presentó en las inmediaciones de la base aérea La Joya. Esta vez desprendía una potente luminosidad y estuvo realizando movimientos angulares por lo menos durante 30 minutos, según Santa María.

En esta ocasión, ningún caza de combate despegó para interceptarlo. “Ya nos habíamos dado cuenta de que no era peligroso y que la aeronave no pertenecía a ningún país vecino”. Sin duda, se trata de uno de los casos más impresionantes de la historia de la ufología. No en vano, unos 1,800 militares se convirtieron en testigos del avistamiento.

Como en otros sucesos de esta clase, los máximos responsables de las Fuerzas Armadas del Perú, impusieron la ley del silencio, pues querían evitar a toda costa que el incidente acabase trascendiendo a la prensa. De ningún modo los Altos Mandos de la Fuerza Aéra del Perú querían reconocer que un OVNI había conseguido sobrevolar impunemente una de las bases más importantes del país.

FUENTE: Año Cero / Periodismo y Misterio.

Ver también:

EL OVNI DE SVERDLOVSK: El 29 de noviembre 1968, el periódico de esa región informó sobre “bolas luminosas voladoras”, una de las cuales se estrelló cerca de Berezovsky.

El accidente, ocurrido cerca de Berëzovskiy, en la región de Sverdlovsk (hoy Yekaterinburgo), sucedió al parecer en noviembre de 1968.

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