¿Un bólido, un meteorito o una estrella Nova? * Los sabios de Medio Oriente * Sus figuras aparecen por primera vez el Evangelio de San Mateo * Algunos dicen que eran doce y no tres * Cuándo empezaron a llamarlos Melchor, Gaspar y Baltasar * Los regalos que dejaron al recién nacido, el engaño a Herodes para que no lo matara y cuál fue su final * Cómo nacieron las tradiciones de los regalos y de dejar agua para los camellos…
Matías Bauso / Sandra Capote
Según la tradición estos sabios hacía años que miraban el cielo buscando la estrella que les indicaría que había nacido el hijo de Dios según lo indicaban las profecías. De ahí que muchos deducen que se trataba de astrónomos. El apelativo que se ganaron de “magos” se debe a que en Oriente así se conocía a los que tenían un conocimiento superior y sabiduría. Los sabios.

“Y cuando Jesús nació en Belén de Judea en los días del rey Herodes, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle”.
“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo en que había aparecido la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: ‘Id allá y preguntad con diligencia acerca del niño y, cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore’. Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran gozo”.
Muchos conocemos la historia. Con esas palabras, San Mateo describió en su evangelio cómo en la noche del nacimiento de Jesús, una estrella apareció en el cielo y guio a los tres Reyes Magos hasta el pesebre en el que se encontraba el Mesías. Pero, ¿a qué astro se refiere el texto, y dónde está en el firmamento?
Durante siglos, estas preguntas han intrigado a los astrónomos, quienes han intentado descifrar qué fue lo que observaron aquella noche los sabios de Oriente en la bóveda celeste. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la verdad sobre la estrella de Belén todavía es un misterio.
“Muchos astrónomos, incluido Kepler, han tratado de explicar qué era la estrella de Belén. Y por supuesto, no hay ninguna estrella en el cielo que se llame estrella de Belén.
Su procedencia real, su condición de reyes, es más discutida y menos clara. Un padre de la iglesia del siglo III, Quinto Séptimo Tertuliano, les confirió esa condición luego de una caprichosa interpretación de un salmo bíblico. Y ya nunca más dejaron de ser reyes.
Durante mucho tiempo se discutió cuántos eran. Mientras están los que afirmaban que eran tres (algunos hasta creen que no fueron solos a visitar al recién nacido sino que cada rey estaba acompañado por su ejército), otros sostenían que eran doce. Los dos números tienen una raigambre religiosa. Doce eran las tribus de Israel y doce los apóstoles. Tres es el número de la Santísima Trinidad. Al final quedó reducido a un trinomio debido a los regalos que le llevaron al recién nacido. En una de las pocas informaciones precisas que da el Evangelio de Mateo sobre ellos dice que dejaron oro, incienso y mirra. Así se dedujo que cada obsequio fue dejado por un Rey Mago distinto.

Los nombres bajo el cual hoy se los conoce llegaron varios siglos después. Una vez establecido que eran reyes, que eran magos y que eran tres. Se unificó su nombre y pasaron a ser conocidos como Melchor, Gaspar y Baltasar. Tendría que pasar una decena de siglos para que Baltasar se oscureciera: hasta el siglo XV no era de piel negra. Hasta ese momento los tres reyes no eran demasiado diferentes entre sí. Con este cambio se trató de representar la universalidad a la que aspiraba el cristianismo. Así, cada uno representaba, los grupos étnicos que se conocían en ese momento, que se reducían a tres categorías básicas y bastante poco específicas: los europeos, los asiáticos y los negros.
Otros sostienen que los regalos fueron más numerosos. Que con el oro también había plata, piedras preciosas y zafiros; con el incienso dejaron nardos, canela y cardamomo; y con la mirra, aloe, muselina, lino y libros sagrados sellados por el dedo de Dios. Cada uno tenía una significación especial. El oro hacía referencia a la realeza (y además le habría sido útil como moneda de cambio a José en su huída hacia Egipto), el incienso representa la divinidad, mientras que la mirra sería la alegoría de la humanidad de Jesús, un recuerdo de su finitud física. La mirra era una resina que se utilizaba para los embalsamamientos.

Según narró el Dr. Raúl Mújica, desde que San Mateo escribió sus versículos, se han planteado distintas hipótesis sobre el fenómeno astronómico que avistaron los Reyes Magos. Y precisamente una de estas explicaciones habría llevado a los diarios digitales a referirse a la gran conjunción de los gigantes gaseosos como “estrella de Belén”.
Lo que está claro es que a pesar de las afirmaciones de los medios, hoy en día nadie sabe con seguridad qué objeto celeste apareció en el cielo aquella noche. Y encontrar una respuesta irrefutable no ha sido fácil, ya que interfieren distintos problemas, “desde la traducción, las fechas y desde luego, la interpretación”. Y a pesar de todo, la historia de aquel fenómeno que iluminó el cielo de Judea continúa cautivando a todo el que la conoce.
FUENTE: infobae.
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YALDABAOTH: EL ANTI-GRIS. En cuanto a la posibilidad de que los OVNI vengan volando desde otra dimensión, para secuestrar aviones, barcos y personas de la nuestra, existe la teoría relativa a otras dimensiones, coexistentes, que a su vez tiene relación con la teoría de la materia negativa: una Tierra negativa y mundos coexistentes. Todo ello resulta menos fantástico ahora que hace varias décadas, cuando se sugería por primera vez.
*Harold Bloom: Presagios del milenio: la gnosis de los ángeles, el milenio y la resurrección. Editorial Anagrama. Colección Argumentos, 1996.